“Vivir en el corazón de los que dejamos detrás de nosotros no es morir” T. Campbell.

   “Sus virtudes principales fueron su generosidad y su desapego por las cosas materiales” (palabras mencionadas en la Eucaristía del día de ayer 21 de Noviembre en el Templo Guadalupano por parte del Sacerdote celebrante en honor a la muerte de un amigo extraordinario: MARTIN).

   Y quienes tuvimos la oportunidad de conocerle avalamos en su integridad las palabras del diácono. En su trabajo MARTIN tuvo 2 objetivos: sostener a su familia y ayudar. Nunca le escuché un “no” ante quien le pedía ayuda o auxilio en algún problema. Nunca fue patrón, tampoco nunca tuvo trabajadores a su disposición; MARTIN fue un amigo, y quienes trabajaron para él fueron sus amigos, nunca los consideró sus trabajadores. En ocasiones el trabajo no salía o andaba mal, pero de cualquier modo el pagaba total o parcialmente, absorbiendo siempre los costos de las pérdidas.

   Mi relación con él nunca fue de carácter profesional, nunca me consideré su Abogado y nunca me consideró su Abogado. Nuestra relación fue de amistad sincera y de confianza a prueba de cualquier cosa. Una amistad y una confianza que nació desde nuestra niñez cuando él por sus carencias y su condición de extrema humildad desde los 8 años se acercó a mi familia en donde mis padres y hermanos lo recibieron como un miembro más, prácticamente como un hijo y hermano adicional.

   Sus primeros años los vivió con su familia adoptiva, los VALENZUELA TORUA. Su madre biológica se lo encomendó a doña JUANITA TORUA cuando apenas tenía unos meses de nacido. Le dijo que se iba a trabajar unos meses a Mexicali y que después volvería por él pero nunca más regresó. Fue así como creció dentro del seno de esa humilde familia bajo el cuidado y protección de doña JUANITA, su esposo e hijos.

   De los 12 a los 15 años se fue a Agua Prieta a cursar la escuela secundaria. Regresó de nuevo a Santa Ana para estudiar en la prepa Rosario Castellanos (cursando solo el primer año) y una carrera técnica en Magdalena de Kino con el estimado y muy conocido Profesor VALDEZ.

   La familia SEPULVEDA lo recibió de los 18 a los 21 años de edad aproximadamente; allí con su gran espíritu servicial y enorme carisma nato en él se ganó el importante apoyo de parte de los Sres. JESUS SEPULVEDA, su esposa ISABEL y su hija TERE y demás hermanos y hermanas. A partir de los 22 años empezó a trabajar en su propio destino hasta llegar a ser lo que fue. Después se integró a la Familia GALVEZ al casarse con ISELA, con quien procreó 3 niños: ANA JULIA, MARTIN RENE y ANA SOFIA, a quienes adoró hasta su último aliento de vida.

   Fue un gran devoto de San Lázaro (no de San Lázaro Obispo, sino del Lázaro menesteroso, el de las llagas y los perros del que habla la Biblia en el Evangelio de San Lucas en su capítulo 16, versículos 19 al 31). Seguramente su difícil vida en su niñez llena de carencias hizo que se identificara con la pobreza y humildad del citado personaje bíblico.

   Pocos saben de su interés por la cultura. De allí su necesidad de viajar por el mundo y conocer otras civilizaciones. Tuvo oportunidad de viajar por nuestra América, Europa y África (“El Cairo, Egipto parece Tepito” me dijo cuando regreso de allá, “es un cochinero, lo único atractivo son sus Pirámides”). Era un lector asiduo, siempre estaba leyendo un libro; terminaba uno y de inmediato empezaba con otro. Se inclinaba por la Novela biográfica, la de ciencia ficción, la de intriga y la relacionada con la  política. Aunque sea difícil de creer, le gustaba la Opera y admiraba a Pavarotti!!! De su “ronco” pecho en su carro era común oírlo cantar “O sole mio” “La donna e mobile (”Rigoletto”) o “La traviata”. El Sábado 18 de Octubre del 2003 tuve la oportunidad de acompañarlo al desierto bajacaliforniano, en la Laguna Salada de Mexicali, a uno de los conciertos de despedida que por motivos de su mermada salud Pavarotti estaba realizando alrededor del mundo, siendo ese majestuoso escenario natural  uno de los destinos que el tenor italiano escogió para su tour del adiós. A tal magno evento histórico acudieron personalidades de todo México y los Estados Unidos (especialmente de California), y de nuestro “bello y paradisiaco” Santa Ana, invitados por MARTIN, estuvimos él y su esposa ISELA, el Arquitecto FERNANDO RODRIGUEZ y su esposa y yo haciendo mal tercio. En Mayo del 2005 me encomendó que consiguiera boletos para el Concierto de los 3 Tenores (Luciano Pavarotti, José Carreras y Placido Domingo) a celebrarse en Junio siguiente en la ciudad de Monterrey, pero cuando se publicó en los medios que Pavarotti había cancelado por motivos de salud, desistimos también de la idea de asistir a dicho recital.

   Solo él fue capaz de reunir la multitud que estuvimos presentes en su funeral: a darle el ultimo adiós se presentó gente de lo más humilde de Santa Ana, Magdalena y otros municipios así como gente de éxito económico en su vida profesional o laboral; se vio a personas sin escuela y con Títulos universitarios; muchos niños (a quienes les ayudaba con apoyo económico para sus estudios o con uniformes para que practicaran su deporte favorito); personajes de la política regional, maestros, amas de casa, ancianos, jóvenes, etc. “Fue puro corazón”, “era una persona muy noble” y demás comentarios parecidos fueron los que se escucharon en la mayoría de los asistentes a su funeral. Alcancé a oír a una mujer muy humilde de edad  avanzada decir: “se nos fue quien nos daba para la cena de navidad, este año no habrá”. Y es que una de las tareas que MARTIN se encargaba de realizar cada Diciembre era regalar a aproximadamente 200 familias de lo más humildes lo necesario para su cena navideña (sin anunciarlo o sacarse la foto, no le interesaba en lo más mínimo darse publicidad cuando realizaba actos de ayuda o de apoyo).

   Un detalle que nunca me había tocado presenciar en funerales anteriores: muchos hombres, con su aspecto y personalidad recias, no pudieron contener las lágrimas o el llanto. Por lo regular ellos son los encargados de consolar a las mujeres o sus parejas, en esta triste ocasión no lo fue así.

   Estos son algunos de los muchos rasgos de la noble personalidad de nuestro amigo MARTIN. Y digo “nuestro” porque seguramente casi todo el que lea estas palabras ha de haber tenido la oportunidad de conocerlo,  tratarlo o ser su amigo.

   Me quedo con lo que dijo el Padre en Misa: “recordemos por siempre sus virtudes y enterremos sus defectos o debilidades”. Efectivamente, fue una persona que como todos ha de haber tenido sus problemas y sus defectos; pero su inmensa generosidad, su desapego hacia las cosas materiales y su apoyo hacia los que menos tienen fueron suficientes para que por siempre viva en la memoria y corazón de sus amigos como una persona digna de los mejores recuerdos... Adiós amigo, se te va a extrañar una enormidad!!!